UNA VEGETACIÓN CON INFLUENCIA ATLÁNTICA
Actualmente tenemos una vegetación en Tajo Internacional en la que destacan más sus formaciones que su riqueza en especies de flora rara o amenazada.
La vegetación del Tajo Internacional es típicamente mediterránea, aunque la longitud de este enclave va a permitir una apreciable diferenciación entre el Este, más térmico y árido, y el Oeste, con una mayor influencia atlántica que aporta una mayor humedad. Los cauces y riberos que conforman el Tajo Internacional van a permitir, básicamente, dos tipos de formaciones: las formaciones vegetales de ribera en los cauces y las formaciones de monte mediterráneo en los riberos.
En la zona más occidental podemos encontrar, en los cursos de agua, bosques de aliso y helecho real, que nos recordarán inmediatamente a los frescos bosques de las gargantas del Sistema Central o Las Villuercas, y que nada tienen que ver con los matorrales de tamujo que aparecerán allí donde los cauces de agua sufren un fuerte estiaje. Como situación intermedia entre ambos extremos aparecen los restos de antiguos bosques de fresno y sauce.
Tampoco los riberos son iguales en toda la superficie del Tajo Internacional. En las umbrías de su parte occidental aparecen las formaciones de monte mediterráneo más desarrolladas y diversas. En ellos encina, alcornoque, almez y puntualmente quejigo, compiten en igualdad con madroño, lentisco, durillo, brezo arborescente y labiérnago, entre otros, formando manchas de gran cobertura muy similares a los primitivos bosques mediterráneos. Otra particularidad de estas umbrías es la gran similitud que presentan en estructura y composición florística con la vegetación que encontramos en las sierras extremeñas de mediana altitud, como las cercanas sierras de San Pedro y Santiago. Este hecho ha dado lugar a que estas umbrías de riberos se consideren auténticas sierras invertidas, tanto es así, que existe un dicho en los pueblos de riberos que dice: “en estos pueblos, para ir a la sierra tienes que bajar”.